Por: Mg. Fabrizio Alberca Sialer
Docente del curso de Gestión del Patrimonio (VIII ciclo)
Investigador de la Escuela Profesional de Turismo y Hotelería
Como se sabe, el turismo que se practica en el Perú es fundamentalmente de corte cultural; tal y como consta en el Banco de Datos del Turismo (BADATUR – USMP) cuando identifica los destinos más visitados del Perú: Lima, Cusco, Puno, Arequipa e Ica.
En el turismo cultural se valora que los principales atractivos turísticos sean aquellos en los que se pueda encontrar la huella del hombre, entendido como un ser social. Dentro de esta materia, subyace la interacción cultura-turismo y, “yace”, o debiera, una relación estrecha y bidireccional, pues dicha actividad se sirve de la cultura tomándola como insumo principal; mientras la cultura (principalmente para los responsables de su cuidado y gestión), encuentra en el turismo una fuente de ingresos y la posibilidad de descubrir y valorar al otro por intermedio del “viaje a la cultura”.
Por otro lado, el patrimonio cultural, entendido como el conjunto de bienes y manifestaciones representativos de una sociedad, que forman parte de la cultura de esta, se ha convertido en un imán para los flujos turísticos; sin embargo, lo que se debe tener en cuenta es esta relación (patrimonio-turismo que es más específica), además de poner en perspectiva el uso turístico del patrimonio.
Por tal motivo, se sugiere considerar los siguientes puntos:
1-Los bienes integrantes del patrimonio cultural son propiedad de la comunidad que los acoge, que los vive, por lo tanto su uso debiera ser consentido. No debe ignorarse este punto, pues suele suceder que el turismo se “apropia” del bien y hace suyo los beneficios generados, dejando de lado a los propietarios. Una contradicción e injusticia.
2-El patrimonio cultural es un recurso. Es un recurso en el sentido que puede ser “convertido” en un producto o, en todo caso, puede ser objeto de uso y réditos. No obstante, es un recurso “no renovable”, pues en caso de su desaparición, no podrá recuperarse más. Una réplica carece del valor simbólico que es el que le da sentido a la existencia del patrimonio cultural.
3-El patrimonio es importante, pero no sagrado. Los bienes integrantes del patrimonio cultural de un pueblo permiten la delimitación y refuerzo de su identidad cultural, de ahí su importancia. Pero no debe llegar a sacralizarse, de tal manera que su uso no sea posible. No hay que olvidar que el patrimonio convive con nosotros, por lo tanto debe adaptarse al presente de manera responsable y coherente consigo mismo.
4-Sostenibilidad. En relación con el punto anterior, si bien el patrimonio vive en el presente, se debe preservar para el futuro, pues una característica importante del mismo, es la de ser legado, por lo tanto se precisa su uso sostenible.
5-Patrimonio inmaterial o intangible. Solemos fijarnos en lo tangible, empero, lo otro, lo inmaterial o intangible, ofrece una vía “más vivencial” de conocer al otro. Además, el turismo puede ser una manera de mantener vigentes las prácticas, costumbres y manifestaciones que forman parte del patrimonio intangible, ya que obliga a que estas se reproduzcan continuamente, pero, como ya llegados este punto sabemos, este acercamiento del turismo deberá ser cuidado, responsable y participativo.
Se ha esbozado aquí, a nivel teórico, algunas ideas respecto del uso turístico del patrimonio; pero para traducirlas en hechos, será necesario que las entidades del Estado, las sociedades organizadas, las empresas, los turistas y las personas en general se acerquen, conversen y lleguen a acuerdos.
Lo importante, ya en lo que nos toca como profesionales del turismo (guías, gestores, planificadores u hoteleros), es tener claro que debemos considerar como mínimo los puntos planteados en los párrafos anteriores, de tal manera que seamos intermediarios responsables y capaces de acercar nuestra cultura expresada en el patrimonio a los visitantes nacionales e internacionales.
Por consiguiente, los profesionales del turismo tenemos la responsabilidad de hacer del patrimonio una fuente de desarrollo sostenible para las comunidades y el país; así también, la de ayudar a construir una sociedad en la que nos aceptemos, valoremos y reconozcamos.